Mi primer día en esta maravillosa ciudad fue la visita a un templo hindú muy antiguo. No tomé ninguna foto de su interio porque está prohibido, la única la de la entrada, que aparentemente no dice mucho. Para entrar a los templos hay que descalzarse, cubrirte los hombros y si eres chica amarrarte el cabello. Bueno pues el templo es impresionante. Es un rectángulo en el que en medio hay como un santuario con un sadhu u hombre santo que si te acercas y das flores te da bendiciones. Y alrededor está llenísimo de campanas. Esto fue lo que más me llamó la atención. Y las campanas las va tocando la gente, por lo que siempre están sonando, y las tocan para llamar a Dios. Por supuesto no dudé en hacer mi llamada a Dios y mis plegarias. Luego la gente se queda allí sentada rezando o simplemente contemplando a toda la gente caminando en silencio, dando vueltas alrededor del santuario, con tranquilidad y con una paz inmensa. Es muy místico y agradable, a la vez que relajante.
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