Después de un día agotador nos pusimos a descansar en los balcones del precioso hotel y a conversar, mientras bebíamos Kingfishers (marca de una las cervezas indias), con nuestro querido conductor. Me cayó muy bien desde un primer momento. Creo que la foto transmite cierta bondad y buen corazón, aunque como taxista de la India, hacía lo imposible para llevarnos a las tiendas donde le esperaba una grata recompensa, pero bueno qué podiamos hacer. Al final ya nos dejábamos llevar para que el buen hombre tuviera su premio advirtiéndole que ya estábamos hartos de tanta tienda y que lo hacíamos por él.
Satish, nuestro querido conductor. Para nosotros el mejor de todo nuestro viaje.Contemplando la mágica noche desde el hotel.Satish y yo, y bajo la luna llena. Cena en un restaurante cercano al hotel, amenizada por una pareja simpatiquísima de artistas indios.
El niño era especialmente simpático y agradable.
Me quedo con su sonrisa y alegría. Nunca les olvidaré.
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